El fascismo del siglo XXI no siempre se presenta con uniformes o símbolos obvios, sino que se nutre de tecnologías para concentrar poder, manipular masas y debilitar instituciones democráticas. Su combate requiere regulación ética de la tecnología, transparencia y defensa activa de los derechos digitales.

Vínculo con tecnologías y nuevas formas de control

1. Vigilancia masiva y control social
2. Propaganda y manipulación de masas
3. Militarización tecnológica
4. Control de la identidad y exclusión
5. Centralización del poder corporativo-estatal

¿Por qué es peligroso?

• Erosión de la democracia
• Normalización de la opresión
• Globalización del autoritarismo

No todo uso de tecnología es fascista, pero su aplicación sin límites éticos abre la puerta a distopías autoritarias.

Los microfascismos nos recuerdan que el autoritarismo no es algo lejano o del pasado: vive en gestos, palabras y estructuras que perpetuamos. Identificarlos y desarmarlos es un acto revolucionario que construye sociedades más libres y menos violentas.

Prácticas fascistas y microfascismos + manifestaciones cotidianas del autoritarismo

Son comportamientos, normas o sistemas que, sin ser formalmente fascistas, reproducen su esencia:

• Control sobre cuerpos y mentes
• Exclusión del "diferente"
• Culto a la obediencia
• Normalización
• Microautoritarismos
• División social
• Acumulación
• Invisibilidad

Existen prácticas fascistas en la vida cotidiana, en la política, en las relaciones sociales, en las instituciones y en la cultura digital ¿Cómo combatirlas? Educación crítica; solidaridad activa; denuncia pública; arte y cultura; políticas locales.

El antirracismo y el antifascismo buscan construir sociedades más justas e igualitarias, libres de opresión y discriminación. Su alianza es esencial para enfrentar los desafíos actuales y para fomentar un futuro basado en la dignidad humana, la solidaridad colectiva y el respeto irrenunciable a los derechos de todas las personas.

El antirracismo y el antifascismo + vínculos y conexiones

El antirracismo y el antifascismo están profundamente vinculados porque el racismo es una herramienta central del fascismo:

1. Raíces históricas compartidas
2. Enemigos comunes
3. Lucha contra la opresión
4. Solidaridad interseccional
5. Acciones concretas
6. Desafíos actuales

No todos los antifascistas son antirracistas (algunos pueden ignorar el racismo sistémico), ni todos los antirracistas son antifascistas (algunos pueden no ver la conexión con el autoritarismo). Sin embargo, su intersección es clave para una lucha efectiva contra la opresión.